Es un movimiento literario que se engloba en las corrientes de la literatura de vanguardia. Esta nueva corriente poética del siglo XXI, genera la transposición del tiempo, es decir, conjunta situaciones del pasado y las entrevera con el desarrollo textual de su hablante lírico principal. El tiempo adquiere aquí un carácter paracrónico, que significa borrar o alterar su presencia, para darle mayor importancia a la ficción, a las otras dimensiones de este fenómeno y lo ucrónico (aquello que pudo ser y no fue) El transrealismo también hace referencia a sociedades que podrían haber sido o que podrían llegar a ser si las cosas hubiesen sido diferentes. Se trata de responder consultas como ¿La realidad es real? ¿No podría ser que lo que vemos fuese un sueño, una alucinación?
La disposición de los elementos que componen el poema transrealista, y, a veces, su temática, lo acercan más a la fábula y/o a ser una saga propia que suele engranarse con los mitos anteriores, urbanos o de la épica originaria. Por otro lado, a través de la histocompatibilidad, o sea (tener la aptitud o armonía para unirse o ocurrir en un mismo lugar o sujeto con el contexto) el sujeto lírico puede desdoblarse y en este proceso reconoce como habitual la vinculación con otra dimensión o estado, a la manera de una persona que se separa de sí misma en una suerte de esquizofrenia virtual. El personaje poético asume entonces dos personalidades que actúan en un mismo escenario y que suelen confundirse entre sí y que aceptan este acto como un hecho doméstico o normal, como una simple y ordinaria (trans) realidad.
¿Qué es?
El movimiento transrealista es un movimiento artístico que se engloba en las corrientes del arte de vanguardia .Según Sergio Badilla Castro el transrealismo, que integra este movimiento generado por Rucker, genera sus tramas a partir de la transposición del tiempo, o sea, en los espacios donde se mezclan las entramados temporales, suspendiéndose, así, la ilación rectilínea entre el ayer, la actualidad y la posterioridad. El transrealismo sostiene que la evidencia superior como entes imaginativos, es que el universo impone sus transformaciones relevantes en el potencial sensible e intuitivo del cerebro.
Características
- La realidad es apariencia o está sujeta a una multiplicidad de contextos que se cruzan, se entrelazan, se relatitivizan o son producto de la mente y por eso el uso de planos superpuestos, pluridimensionales y yuxtapuestos en las texturas poéticas. La mente es más grande o superior que el universo. La muerte física es sólo un cambio de la materia.
- La utilización del tiempo lírico es asincrónico, ácrono, ucrónico o usa abiertamente paracronismos.
- La alternativa del espacio artificial y los tópicos urbanos como principio de inspiración, como cartabón y como decorado adaptado al proceso del suceso poético.
-Utilización de un lenguaje casi profético, iluminado, donde el autor o el yo lírico se entremezclan. La chamanización del discurso poético, es decir, el hablante lírico es un cabalista o un arúspice al que se supone dotado de facultades sobrenaturales.
- La reacomodación de la épica. Lo epopéyico descansa en la manifestación dinámica de factores autónomos y narcisistas. El narcisismo es un soporte de autovalencia en la sociedad desvinculada, en la sociedad postindustrial.
- Apropiación de la leyenda popular, inminentemente urbana, y la tradición cultural en la que el poeta ejerce su argumentación o discurso lírico.
-Acercamiento a la estructura narrativa de los textos poéticos, en algunos casos, cuando la temática se acerca más a fábula.
- Utilización de la concepción y organización del laberinto borgeano.
-La histocompatibilidad ( de tejido, contexto, entorno y de compatibilidad: que posee capacidad o disposición para articularse o presentarse en un mismo espacio o sujeto). Lo que implica que una parte de nosotros reconoce como propio o familiar a otra dimensión o estado, y le asigna un carácter de familiar, que implicará, por un lado, lo vivido como propio y, por otro, aspectos del entorno que "son parte de nosotros mismos". Objetos, situaciones, visiones, alucinaciones implantadas en distintos momentos, y objetos que han sido proyectados en la mente o en la simple figuración.
-Utilización del concepto de indemnidad o de inmunidad, al inmiscuirse en situaciones parasubjetivas y paralógicas (razonamientos falsos o virtuales).
- Incluye el razonamiento místico.
- Incorporación de la mitología, clásica, oriental, o de los pueblos originarios de América como elemento organizador de contextos o dimensiones.
-Mixtura de lenguajes, tanto místicos, como urbanos. Al mismo tiempo, inclusión de vocablos de otras lenguas. Por ejemplo: latín, yámana, mapudungun, inglés o expresiones imaginarias.
-"Desrealización" de la ordenación logicista y racional del concepto de realidad material ante la puesta en escena de los nuevos medios digitales que han trastocado los parámetros de representación, entramado y significación de la literatura, dando lugar a la emergencia de lo imaginario y lo virtual.
ORIGEN
Hace algunos años, cuando yo vivía, ya más de una década en Estocolmo, meditando en la cocina de mi departamento del Barrio Sur, durante las largas noches de invierno, cuando el día había sido apenas un parpadeo, me di cuenta que mi poesía estaba influenciada definitivamente por la lira nórdica. Mis textos comenzaban a perder esa textura que me entroncaba con Parra, con Huidobro, con Lihn o con Juan Luis Martínez. Sin embargo tampoco era un epígono rotundo de Edith Södergran, de Elmer Diktonius, o de Pentti Saarikoski; más bien me había hibridizado, era la respuesta de estos dos mundos tan distantes, que tienen en común ser geográficamente los extremos de la tierra, hacia los polos. Así, en esta discontinuidad con mi pasado, percibí que la realidad se tornaba aparente, o dicho de otro modo, para hacerse presente estaba sujeta a una multiplicidad de tramas que yo las había vivido, soñado o simplemente imaginado. Estos contextos se cruzaban, se entrelazaban, se relativizaban o eran meros productos de la imaginación cargada de planos superpuestos, pluridimensionales; inmediatos o distantes, en las texturas poéticas. De allí entonces que discurrí que la mente tenía, en total medida, el manejo volitivo del universo, o más claro, de la inmensidad del cosmos lírico. Así yo estaba en condiciones de alterar el tiempo, haciéndolo asincrónico (proceso o efecto que no ocurre en completa correspondencia temporal con otro proceso u otra causa); ácrono, (fuera del tiempo); ucrónico (se da por supuesto acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder)o abiertamente paracrónico (suponer acaecido un hecho después del tiempo en que sucedió).
El espacio con un tiempo alterado también se hacía artificial y esto exigía que el lenguaje adoptara un carácter casi profético, iluminado, donde se mezclaran abiertamente los planos entre el yo lírico y el yo vivencial.
Pensé, asimismo, que también constituía un punto de apoyo recurrir a la chamanización del discurso poético, es decir, el hablante lírico se transforma, a las claras, en un cabalista o en un vidente dotado de sobrenaturalidad. Al tener el yo lírico esta característica inmaterial, lo epopéyico descansa en la manifestación activa de causas ajenas al tiempo y al espacio, pero con una dosis narcisista. El narcisismo, en esta eventualidad, pasa a ser un sostén de protección en contra de la sociedad desvinculada, en contra del significado de la sociedad post-industrial que niega la historia y despoja al individuo de autenticidad, al aislarlo como un simple germen de su entorno, mediante una falsa valoración de su individualidad. La disposición de los elementos que componen el poema transrealista, y, a veces, su temática, lo acercan más a la fábula y/o a ser una saga propia que suele engranarse con los mitos anteriores, urbanos o de la épica originaria. Por otro lado, a través de la histocompatibilidad. o sea, tener la aptitud o armonía para unirse o ocurrir en un mismo lugar o sujeto con el contexto, el sujeto lírico puede desdoblarse y en este proceso reconoce como habitual, la vinculación con otra dimensión o estado, a la manera de una persona que se separa de sí misma, en una suerte de esquizofrenia virtual. El personaje poético asume entonces dos personalidades que actúan en un mismo escenario y que suelen confundirse entre sí, y que aceptan este acto como un hecho doméstico o normal, como una simple y ordinaria (trans) realidad.
TENDENCIA
Surge con los albores de este nuevo milenio y que emana de la búsqueda que hace a partir de su propia poesía Sergio Badilla Castillo el cualgenera la transposición del tiempo conjunta situaciones del pasado y la entrevera con el desarrollo textual de su habitante lírico principal. El tiempo adquiere aquí un carácter paracronico que significa borrar o alterar su presencia, para darle mayor importancia a la ficción, a las otras dimensiones de este fenómeno y lo crónico
- La utilización del tiempo lírico es asincrónico, ácrono, ucrónico o usa abiertamente paracronismos.
- La alternativa del espacio artificial y los tópicos urbanos como principio de inspiración, como cartabón y como decorado adaptado al proceso del suceso poético.
-Utilización de un lenguaje casi profético, iluminado, donde el autor o el yo lírico se entremezclan. La chamanización del discurso poético, es decir, el hablante lírico es un cabalista o un arúspice al que se supone dotado de facultades sobrenaturales.
- La reacomodación de la épica. Lo epopéyico descansa en la manifestación dinámica de factores autónomos y narcisistas. El narcisismo es un soporte de autovalencia en la sociedad desvinculada, en la sociedad postindustrial.
- Apropiación de la leyenda popular, inminentemente urbana, y la tradición cultural en la que el poeta ejerce su argumentación o discurso lírico.
-Acercamiento a la estructura narrativa de los textos poéticos, en algunos casos, cuando la temática se acerca más a fábula.
- Utilización de la concepción y organización del laberinto borgeano.
-La histocompatibilidad ( de tejido, contexto, entorno y de compatibilidad: que posee capacidad o disposición para articularse o presentarse en un mismo espacio o sujeto). Lo que implica que una parte de nosotros reconoce como propio o familiar a otra dimensión o estado, y le asigna un carácter de familiar, que implicará, por un lado, lo vivido como propio y, por otro, aspectos del entorno que "son parte de nosotros mismos". Objetos, situaciones, visiones, alucinaciones implantadas en distintos momentos, y objetos que han sido proyectados en la mente o en la simple figuración.
-Utilización del concepto de indemnidad o de inmunidad, al inmiscuirse en situaciones parasubjetivas y paralógicas (razonamientos falsos o virtuales).
- Incluye el razonamiento místico.
- Incorporación de la mitología, clásica, oriental, o de los pueblos originarios de América como elemento organizador de contextos o dimensiones.
-Mixtura de lenguajes, tanto místicos, como urbanos. Al mismo tiempo, inclusión de vocablos de otras lenguas. Por ejemplo: latín, yámana, mapudungun, inglés o expresiones imaginarias.
-"Desrealización" de la ordenación logicista y racional del concepto de realidad material ante la puesta en escena de los nuevos medios digitales que han trastocado los parámetros de representación, entramado y significación de la literatura, dando lugar a la emergencia de lo imaginario y lo virtual.
ORIGEN
Hace algunos años, cuando yo vivía, ya más de una década en Estocolmo, meditando en la cocina de mi departamento del Barrio Sur, durante las largas noches de invierno, cuando el día había sido apenas un parpadeo, me di cuenta que mi poesía estaba influenciada definitivamente por la lira nórdica. Mis textos comenzaban a perder esa textura que me entroncaba con Parra, con Huidobro, con Lihn o con Juan Luis Martínez. Sin embargo tampoco era un epígono rotundo de Edith Södergran, de Elmer Diktonius, o de Pentti Saarikoski; más bien me había hibridizado, era la respuesta de estos dos mundos tan distantes, que tienen en común ser geográficamente los extremos de la tierra, hacia los polos. Así, en esta discontinuidad con mi pasado, percibí que la realidad se tornaba aparente, o dicho de otro modo, para hacerse presente estaba sujeta a una multiplicidad de tramas que yo las había vivido, soñado o simplemente imaginado. Estos contextos se cruzaban, se entrelazaban, se relativizaban o eran meros productos de la imaginación cargada de planos superpuestos, pluridimensionales; inmediatos o distantes, en las texturas poéticas. De allí entonces que discurrí que la mente tenía, en total medida, el manejo volitivo del universo, o más claro, de la inmensidad del cosmos lírico. Así yo estaba en condiciones de alterar el tiempo, haciéndolo asincrónico (proceso o efecto que no ocurre en completa correspondencia temporal con otro proceso u otra causa); ácrono, (fuera del tiempo); ucrónico (se da por supuesto acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder)o abiertamente paracrónico (suponer acaecido un hecho después del tiempo en que sucedió).
El espacio con un tiempo alterado también se hacía artificial y esto exigía que el lenguaje adoptara un carácter casi profético, iluminado, donde se mezclaran abiertamente los planos entre el yo lírico y el yo vivencial.
Pensé, asimismo, que también constituía un punto de apoyo recurrir a la chamanización del discurso poético, es decir, el hablante lírico se transforma, a las claras, en un cabalista o en un vidente dotado de sobrenaturalidad. Al tener el yo lírico esta característica inmaterial, lo epopéyico descansa en la manifestación activa de causas ajenas al tiempo y al espacio, pero con una dosis narcisista. El narcisismo, en esta eventualidad, pasa a ser un sostén de protección en contra de la sociedad desvinculada, en contra del significado de la sociedad post-industrial que niega la historia y despoja al individuo de autenticidad, al aislarlo como un simple germen de su entorno, mediante una falsa valoración de su individualidad. La disposición de los elementos que componen el poema transrealista, y, a veces, su temática, lo acercan más a la fábula y/o a ser una saga propia que suele engranarse con los mitos anteriores, urbanos o de la épica originaria. Por otro lado, a través de la histocompatibilidad. o sea, tener la aptitud o armonía para unirse o ocurrir en un mismo lugar o sujeto con el contexto, el sujeto lírico puede desdoblarse y en este proceso reconoce como habitual, la vinculación con otra dimensión o estado, a la manera de una persona que se separa de sí misma, en una suerte de esquizofrenia virtual. El personaje poético asume entonces dos personalidades que actúan en un mismo escenario y que suelen confundirse entre sí, y que aceptan este acto como un hecho doméstico o normal, como una simple y ordinaria (trans) realidad.
TENDENCIA
Surge con los albores de este nuevo milenio y que emana de la búsqueda que hace a partir de su propia poesía Sergio Badilla Castillo el cualgenera la transposición del tiempo conjunta situaciones del pasado y la entrevera con el desarrollo textual de su habitante lírico principal. El tiempo adquiere aquí un carácter paracronico que significa borrar o alterar su presencia, para darle mayor importancia a la ficción, a las otras dimensiones de este fenómeno y lo crónico
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